Frases como: ¡Yo no puedo comer pan ni papas!, ¡a mí el arroz me engorda! o ¡los dulces engordan doctora! las escuchamos todos los especialistas en nutrición a diario. Analicemos estas situaciones, pues es más frecuente de lo imaginado que realicemos restricciones innecesarias de alimentos o que nos sometamos a dietas que excluyen alimentos porque ‘engordan’.
Si revisamos la evidencia científica, en ningún alimento hay sustancias o factores que le confieran algún efecto especial en el peso corporal. Lo que sí sabemos, es que los hidratos de carbono (carbohidratos) refinados como pan blanco, arroz blanco, pastas y el exceso de azúcar en postres pueden ser las herramientas utilizadas en personas con necesidad de ‘recompensa’.
¿A qué nos referimos?
En el problema del sobrepeso y la obesidad deben incluirse siempre factores psicológicos y medioambientales como contribuyentes del exceso de peso. En esta área, es donde se han estado realizando estudios científicos, con muchas limitaciones, encontrando asociaciones entre ‘adicción a ciertos alimentos’, ‘ansiedad y depresión’, los llamados ‘antojos’ (cravings, en inglés), que suponen el consumo excesivo de estos alimentos por la liberación de sustancias a nivel cerebral, como la dopamina, la cual juega, junto al sistema mesolímbico de recompensa, un rol protagónico en la regulación de la ingesta de alimentos.